Segura, manejable y cultural, Salamanca es una de las ciudades preferidas por los estudiantes de español. Sólo en 2007, recibió cerca de 26.000 estudiantes de español. El 72 % eran mujeres.Plaza_Mayor_Salamanca.jpg

“Inevitable para todos los profesionales de la lengua y para todos los que quieran, de alguna forma, progresar, avanzar y mejorar. Claro que hay otros destinos: ahí está Hispanoamérica, hay otros destinos dentro de España…, pero desde luego un clásico es Salamanca, y eso no va a cambiar”, asegura Miguel, Coordinador del Colegio Delibes, una de las 18 escuelas que engloba la marca Salamanca ciudad del español. “Tiene un español que es muy claro, muy bien hablado”, dice Rafael, alumno belga de la escuela de español Tía Tula, cercana a la plaza Mayor. “No hay demasiado acento. Yo pienso que es un español un poco más limpio, entonces es más sencillo para comprender que, por ejemplo, un colombiano hablando o un argentino y tal… Es un castellano más puro”, comenta el brasileño Andrea, un alumno de intercambio de la Universidad Pontificia. De hecho, la buena pronunciación es el caballo de batalla de Salamanca Ciudad del Español. “Queremos aumentar el número de estudiantes, pero nunca perdiendo la calidad. Queremos que estén bien atendidos y que, aparte de que aprendan un buen castellano (porque en Salamanca, en toda Castilla, se habla un buen castellano. No hay acentos, es un castellano muy limpio, podríamos decir, muy puro), pues aparte de todo eso, que tengan unas vivencias todas muy positivas”, declara Carmen Ballesteros, su directora.

 

UNA CIUDAD IDEAL

Salamanca tiene 180.000 habitantes de los cuales 35.000 son estudiantes españoles universitarios. Su universidad es una de las más antiguas de Europa y la responsable científica de los exámenes DELE (Diploma de Español Lengua Extranjera). El hecho de que muchos españoles decidan estudiar su carrera allí facilita la integración de los estudiantes erasmus, ya que hay muchos pisos mixtos de españoles y extranjeros.

Estudiar dentro de los edificios de las dos universidades es toda una experiencia. Isabel del Arco, Directora de los Cursos de Español de la Universidad Pontificia de Salamanca, comenta que todos los estudiantes se quedan fascinados con el edificio. La Pontificia está en pleno centro y es un edificio barroco de 14.000 metros cuadrados que pertenecía a la Orden de los Jesuitas. El edificio se reconoce muy bien porque su iglesia, la Iglesia del Espíritu Santo, es la famosa Clerecía. “Nosotros, como broma, siempre lo comparamos con el castillo de Harry Potter, y se ríen. Entonces, bueno, para ellos es realmente una experiencia estar aquí”. El interior del edificio es impresionante; la luz que se filtra por las ventanas crea un ambiente mágico. Merece la pena asomarse al claustro porque desde su interior se ve la imponente torre de la Clerecía. Isabel intenta siempre hacer los seminarios de literatura en la última planta. Le gusta reconocer que, con esas vistas, es fácil inspirarse, y es muy comprensible lo que dice: desde esa altura se tiene una panorámica perfecta de la ciudad y de la Catedral Nueva, que funde el gótico, el plateresco, el barroco y el neoclásico. El escritor español Miguel de Unamuno decía de Salamanca que era “la ciudad dorada”, y si uno tiene el privilegio de tener esta vista, comprende por qué. La mayoría de los edificios históricos (La Casa de las Conchas, las Catedrales y la Universidad, entre otros), están construidos con la piedra de Villamayor. Su color ocre claro, casi dorado, tiene la particularidad de variar su tono con la intensidad y naturaleza de la luz. Los salmantinos, conscientes del tesoro que tienen, se han preocupado siempre por conservar el carácter arquitectónico de la ciudad, es decir, su esencia, y hoy se sigue construyendo con el mismo material. También, se utiliza la piedra de Arapiles, de aspecto similar pero algo más barata que la de Villamayor. A simple vista, la diferencia es imperceptible.

Pasear por las calles salmantinas se asemeja bastante a pasear por Roma. Y no es porque las ciudades se parezcan, sino porque en cada esquina hay una iglesia, un convento o una construcción arquitectónica maravillosa. Salamanca impone desde lejos, y en ella es imposible perderse. El truco: mirar hacia arriba y orientarse mediante las torres de la ciudad. Ningún edificio se eleva por encima de ellas.

UNA CIUDAD JOVEN

Salamanca parece una ciudad ideal para comenzar a vivir solo. El ambiente y la manejabilidad son otras dos cosas que se tienen muy en cuenta a la hora de elegir esta ciudad para aprender español. “Yo creo que a los erasmus lo que les gusta es que es una ciudad muy asequible, una ciudad que ofrece muchas actividades culturales, es muy joven y tienen muchas cosas para ellos. Y es muy fácil de vivir”, asegura Isabel. “Se encuentran un ambiente en el que hay muchísima gente joven, muchísimos extranjeros… Van a la plaza, por ejemplo, y es como ver 50 nacionalidades juntas a las 12 de la noche, porque es el punto clave para quedar en Salamanca. Y supongo que eso les gusta, y supongo que es lo que más les llama la atención”, comenta Mila González, una de las profesoras de Tía Tula. Y es cierto, la plaza Mayor es el lugar para citarse. En cuanto llega la primavera, los extranjeros sedientos de sol se tumban en el centro de la plaza bajo la mirada de Cervantes, Unamuno, Nebrija, y hasta del mismísimo Francisco Franco, algo inconcebible para muchos extranjeros. En más de una ocasión el medallón del Caudillo se ha despertado bañado en pintura roja.

Muchos erasmus eligen Salamanca por su calidad de vida. Los estudiantes se gastan entre 500 y 700 euros al mes, algo que en Madrid, por ejemplo, sería casi imposible. Los estudiantes que hacen un curso intensivo de seis semanas se gastan alrededor de 1.000 euros en total, con el curso y el alojamiento incluidos.

Los que viven en Salamanca defienden con uñas y dientes tanto la ciudad como la calidad de su español. Miguel no dudaría en llevar a sus hijos a una ciudad como ésta porque es muy segura y porque la calidad del español que se habla facilita el aprendizaje. Isabel, como muchos otros profesores está de acuerdo y lo tiene clarísimo cuando intenta definir el acento salmantino: “Lo definiría como perfecto, sin más, así. Jajajaja…”.

 

Fuente: Revista Puntp y Coma